Si buscamos una definición sencilla de especie invasora podríamos decir que es cualquier especie ajena a un ecosistema particular que encuentra condiciones óptimas para vivir y reproducirse y que se introduce en el de modo accidental o no. A primera vista no habría inconvenientes con que una nueva especie se agregue a un ecosistema, pero a mediano plazo y con un análisis más profundo se pueden detectar las problemáticas que generan. Por una parte ingresan a un ambiente donde no tienen un predador natural y de donde pueden obtener recursos, por lo tanto, aumentan su densidad poblacional sin tener un control externo. En este sentido compiten por los recursos con las especies autóctonas y esto genera un desbalance en las tramas tróficas. Por otro lado son responsables del macrofouling, que ocasiona complicados problemas ambientales y socio-economicos.
Pero con el paso del tiempo las poblaciones invasoras se introducen a las cadenas tróficas: son elementos abundantes que, en algún momento, es explotado por una especie nativa. En América del sur, mas específicamente en el sistema del Rio Paraná se puede observar claramente esto.
El mejillón dorado Limnoperna fortunei, un bivalvo originario de China, fue introducido, presumiblemente en 1990, por el agua de lastre de barcos pesqueros en el Rio de la Plata y desde allí fue colonizando diversos ambientes aguas arriba, sin impedimentos ecológicos: su número aumentó considerablemente y en unos cuantos años ya se lo había citado en el Alto Paraná. Podrían verse no solo los conglomerados adheridos a rocas, troncos y cuanta superficie artificial encontrasen, sino que además sus larvas, identificadas como fases planctónicas de tamaño similar a un copepodo, conformaban una buena parte de la comunidad zooplanctónica.
Sin embargo la presencia de este molusco no pasó desapercibida. Muchas especies de peces, como el género Leporinus, Schizodon, Pimelodus y Prochilodus comenzaron a utilizarla como recurso trófico hasta que los análisis de contenido estomacal de ejemplares de este género estaban conformadas por hasta un 90% de Limnoperna fortunei. No solo esto, sino que además las larvas de este molusco también son encontradas en los análisis de contenido alimenticio de larvas de peces. Esto no solo es interesante para evaluar la dinámica de un ecosistema, sino que tiene importantes implicancias en sistemas de cría de peces para venta o reinserción.
Concluyendo, en la evolución natural de un ecosistema, el aumento desproporcionado de una especie invasora que primeramente no poseía competidores ni predadores, lleva a que, al ser una presa disponible en alta densidad , alguna otra especie la comience a utilizar como recurso trófico y, consecuentemente, se transforme en un controlador de dicha población.
Lo importante es no analizar esta situación como negativa o beneficiosa, sino solamente como una consecuencia, uno de los muchos cambios desencadenados por la invasión de una nueva especie a un ecosistema específico.